Saturday, August 1, 2009

El anillo de la reina

Érase una vez una reina que regía sobre un dominio muy pequeño. Muchos príncipes venían para cortejarla, pero ella no quería pareja y coregente en esos momentos. El reino era feliz durante muchos años.

Un día, una enana montando un tiburón blanco apareció, bajando el río. La enana era bajita, vieja y bastante fea, en contraste a la alta, guapa reina. Elándonil la reina se fue del palacio al río para escuchar lo que quería la enana. La enana le dijo:
-Me llamo Teshocholudka. Soy la bruja maestra de los Enanos de las Montañas Doradas. Con mis poderes, he sabido que tendrá muchos problemas en el futuro cercano. Los espíritus me han enviado para darle este anillo. Tenga cuidado, Reina Elándonil.
Y con esto, la enana subió a su tiburón y desaparecieron río arriba.

Elándonil miró el anillo. Era una banda de plata sin decoración alguna y no parecía un anillo mágico. Lo puso en el dedo pequeño de la mano derecha de todos modos. Todo iba bien durante un semana más.

Era el día seis del último mes de primavera cuando vino la lluvia. Llovía tanto que no era posible ver un metro de distancia. Llovía tanto que el río subió tres metros y toda la gente en las granjas tenían que mudarse dentro de los muros de la ciudad. Llovía así durante diez días. Después de la lluvia, vinieron las moscas. Volaban alrededor de las cabezas de todos y festejaron con los cadáveres de los animales ahogados. Elándonil preguntó a todos sus ministros qué se podía hacer y todos contestaron:
-Nada.
El anillo mágico tampoco hizo nada. Después de ocho días, las moscas dejaron la zona. Entonces, salió el sol. El agua se secó, y brillaba el sol. Hacía mucho calor, y brillaba el sol. Las cosechas que habían sobrevivido la inundación se marchitaron, y todavía brillaba el sol.

Hacía dos semanas con el sol cuando un caballero apareció ante la puerta del palacio. Cuando tocó la puerta, una nube cubrió el sol por fin. Elándonil lo recibió y habló con él, y él le dijo:
-Soy un caballero del reino de Odandu, muy lejos de aquí. He venido para cortejarte.
Elándonil se enamoró de los ojos brillantes y la sonrisa ancha de Gorman, el caballero de Odandu, y la fecha para la boda fue decidida.

Esa noche, un fantasma apareció en el espejo de la reina mientras ésta se cepillaba el pelo. Era su madre.
-¡Desgracias te esperan! !Os esperan a todos!- sollozó el fantasma.
-¿Por qué dices eso, madre?
-El caballero no es lo que parece. Si toca el anillo, lo verás.
Elándonil quería preguntar más, pero su madre desvaneció.

La noche antes de la boda, Gorman preguntó a Elándonil:
-¿Por qué no te quitas ese anillo? Te daré uno más bonito mañana.
Elándonil, recordando lo que le había dicho su madre, contestó:
-Quitamelo tú mismo, si no te gusta.
Ella le estiró el brazo y él hizo para arrebatar el anillo. El instante que lo tocó, el hechizo de su aspecto fue quebrado y se convirtió en un demonio horrible, que se prendió fuego y ardió hasta dejar no más que cenizas.

Siempre después de aquél incidente, el hombre que quería casarse con Elándonil tenía que besar su anillo.

No comments:

Post a Comment